sábado, 11 de enero de 2014

"El lugar hallado": el Polop de Gabriel Miró



“Nuestros pies obedecen a las viejas pisadas de otros hombres y afirman la senda para los que han de  venir”


"Le acoge la alegría de tener de verdad ese pueblo en que siempre se piensa cuando contamos un cuento. `...Una vez, había un pueblecito...´"

   Si tuviéramos que hacer una ruta literaria de la mano de Gabriel Miró, podríamos vagar durante días, como hacía él, por las montañas de La Marina. Su última obra, Años y leguas (publicada en 1928), fue escrita a lo largo de una estancia en su casa de veraneo en Polop, y no trata de nada, o más bien de todo, a lo largo de sus páginas. El escritor alicantino se deja llevar por un trance místico que se traduce en una exaltación lírica de un paisaje que lo inunda todo, un paisaje absoluto y atemporal. Nos pinta con letras las montañas, las casas del pueblo, el agua que brota de las piedras, las gentes que van y vienen con sus anécdotas y tragedias. Es un pintor en prosa… o un poeta paisajístico.

    Su estancia en Polop no es casual, ya que llegará por primera vez de niño acompañando a su padre, que es ingeniero de caminos, y que por aquella época (principios del siglo XX) trabajaba en la carretera que une Callosa d’en Sarrià con Alcoy (obedeciendo a las viejas pisadas de otros hombres, pues). 

   Se ha llegado a decir que Polop lo inventó Miró, y que hoy, el pueblo ya no está en las faldas del monte Ponoig, sino a los pies del León Dormido, y que el vía crucis no termina en el viejo cementerio, sino en el Huerto de Cruces.

   La primera parada al entrar al pueblo es la Font dels Xorros. Con 221 caños, esta fuente es uno de los símbolos de la localidad. La abundancia del preciado líquido en una zona de lluvias muy escasas ha hecho que Polop jugase un papel muy importante en la historia de la zona, como sucedió durante el episodio de la creación del Rec Major o Sèquia Mare (Riego Mayor o Acequia Madre), que fue el verdadero impulso al crecimiento demográfico y económico de poblaciones como La Nucía, Alfaz del Pí y Benidorm a partir de su construcción en 1666, y sin el cual las andaduras de la historia seguramente hubieran sido muy distintas.

"¿Quién recogió el agua entre sus brazos como una túnica? Únicamente Dios."

   Fuentes y manantiales aparecen en Polop por todas partes; es el pueblo del agua, el lugar a donde acuden a llenar garrafas gente de todas partes, "agua recién nacida, que se arranca con cantarillo de lo más profundo del origen, que todavía sale con el hedor duro de la piedra, y viene sin sol, sin cielo, sin campo encima y dentro de ella; agua afilada y desnuda; agua de roca... ¡Quién la recogerá y retorcerá como un paño precioso!
   Dios."

   Nos adentramos por las callejuelas en pendiente y comenzamos nuestra ascensión entre plazas y casonas nobiliarias. Y es que Polop fue durante siglos cabeza de una baronía que llevaba su mismo nombre y lugar desde el que se gobernaba un amplio señorío. Era por lo tanto una tierra que se regía por un sistema feudal, en la que el señor tenía plena jurisdicción (a diferencia de lo que ocurría en las tierras de realengo, en las que los distintos estamentos sociales tenían una más amplia participación en la vida local).































   Y llegamos al vía crucis que dibuja el zigzagueante camino hasta lo alto del cerro en el que se encuentra el Huerto de Cruces. Poco tiene que ver hoy en día el aspecto saneado de este lugar con lo que Miró vio en su día:

"Sigüenza principia la cuesta del cementerio escombrada de muladares. Las hornacinas del via crucis se han derrumbado sobre plastas y costras de vertedero que hierven de moscardas. La máscara de una quijada entera de macho cabrío se descarna riéndose; su cuerna podrida se estremece de hormigas".

   El cementerio viejo, que antes fue cementerio sin más, fue construido sobre las ruinas de un castillo musulmán. Aquí tuvieron lugar algunos de los más tristes y sangrientos episodios de nuestra historia, como la masacre a traición de más de 800 moriscos que se habían refugiado en la fortaleza ante la revuelta de los agermanados de 1521. Estos últimos les prometieron perdonarles la vida si se convertían al cristianismo. Los moriscos accedieron, y tal como iban saliendo del castillo, iban siendo bautizados para ser, a continuación, degollados. 

   "Es verdad. Tienen encima sus muertos; pero la muerte, la muerte está más allá del horizonte de nuestros pensamientos y de nuestros ojos."

   Pero poco queda ya de este castillo: un aljibe, los restos sutiles de una torre y algunos tramos de muralla. Todo lo demás fue desmontado y aprovechado para nuevas edificaciones, especialmente para la construcción de la ermita de la Divina Aurora.

   Terminamos con una buena noticia: el ayuntamiento está ultimando los detalles para abrir al público en un par de meses un museo dedicado a Gabriel Miró al lado de la Font dels Xorros, en el que seguramente podremos conocer en profundidad la relación del escritor con la localidad de Polop.


Futuro museo dedicado a Gabriel Miró

   Y nos iremos de Polop con un sabor de agua de "verdad química", y esperamos que, como Gabriel Miró, tengamos la certeza de haber estado ante "el lugar hallado":

    "Acabo de descubrir un lugar delicioso dormido entre los años. Ha sido sin querer, como algunos grandes hombres descubren lo que concretamente no esperaban descubrir; pero, al descubrirlo, sienten la legítima alegría de haber acertado con toda su voluntad iluminada. Así yo acerté por la gracia de la revelación. Esa gracia no se recibe sin capacidad de sentir y aprovechar sus efectos, y entonces tan claramente nos pertenece lo hallado que bien podemos decir que se origina de toda nuestra conciencia..."

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